La extracción de un diente es un procedimiento dental en el que un dentista extrae un diente de su cavidad en el hueso maxilar. Este procedimiento es necesario cuando un diente está gravemente dañado, cariado, infectado o impactado y no puede ser tratado o restaurado mediante otros procedimientos dentales como empastes, endodoncias o coronas.
Las extracciones dentales se recomiendan frecuentemente para dientes que están tan dañados o cariados que no pueden ser reparados de manera efectiva.
En casos de infecciones severas o dientes impactados que no responden a otros tratamientos, la extracción puede ser la mejor opción para prevenir complicaciones mayores.
Las extracciones también son comunes por razones de ortodoncia cuando el apiñamiento dificulta la alineación de los dientes, facilitando un tratamiento ortodóntico más efectivo.
Los dentistas evalúan cada caso individualmente para determinar si es necesaria una extracción dental. Priorizan la salud bucodental, la comodidad y el bienestar general del paciente en cada decisión.
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Hay dos formas de extraer un diente: se puede extraer como una exodoncia normal o se puede extraer quirúrgicamente. En cualquier caso, el dentista anestesiará la zona con anestesia local y utilizará instrumentos especiales para aflojar y luego extraer el diente y su raíz.
Sí. Si necesita que le extraigan un diente, su dentista tomará primero una serie de radiografías para determinar cómo está posicionado el diente, a qué profundidad llegan las raíces y si hay partes del diente rotas o si se espera que se rompan al extraerlo. Las radiografías ayudan al dentista a decidir si se puede extraer el diente o si será necesario extraerlo quirúrgicamente.
Es probable que pueda escuchar al dentista trabajando en su boca durante una extracción tradicional e incluso puede escuchar que le extraen el diente. Si es sensible a los sonidos, puede usar auriculares y escuchar música para ayudar a ahogar parte del ruido. Si le han realizado una extracción quirúrgica, no escuchará nada del procedimiento ya que estará sedado.
Después de que le extraigan una muela, su cuerpo formará un coágulo de sangre en la abertura. Esto protege los nervios y el hueso que estaban debajo de la muela mientras las encías sanan. Esto suele tardar entre varios días y un par de semanas. Es probable que sienta dolor poco después del procedimiento, a medida que la anestesia comienza a desaparecer. El dolor puede variar de moderado a intenso, según el tipo de extracción que se haya realizado y cómo haya ido el procedimiento.
No debe beber líquidos succionando durante unos días después del procedimiento. Si lo hace, puede desalojar el coágulo de sangre de las encías, lo que provocaría una afección dolorosa llamada alveolitis seca. Puede hacer gárgaras suaves con agua salada y comer alimentos blandos que no requieran masticar. Tome los analgésicos según lo prescrito.
Al contrario de lo que se cree, reemplazar un diente faltante no es solo una cuestión estética. Dejar un espacio en las encías donde solía estar el diente es económico, pero puede causar un daño real a la salud bucal. La pérdida ósea después de una extracción es común si el paciente no se coloca un implante dental, un puente u otro procedimiento restaurador poco después de la extracción. Las raíces de los dientes circundantes también pueden desplazarse o moverse hacia el espacio vacío, lo que podría requerir un tratamiento de ortodoncia si más adelante decide colocarse un implante. Una restauración puede proteger su apariencia y su salud bucal.
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